jueves, 14 de octubre de 2010

ABORDAJE Y SEGUIMIENTO DE LAS URGENCIAS PSIQUIÁTRICAS

Fernando Gonçalves Estella

Las guardias médicas que efectuamos los médicos generales en los Centros de Salud, son una fuente inagotable de aprendizaje, y al mismo tiempo una de las actividades que más ponen a prueba los conocimientos teóricos y prácticos del médico, que minuto a minuto y caso a caso se ve reexaminado por la realidad.
Es por ello por lo que constituyen una de las mayores fuentes de estrés para el médico, así como uno de los factores de riesgo más importantes en la génesis del burnout o síndrome de desgaste profesional.
Esas guardias médicas se realizan muchas veces en condiciones no idóneas. A la falta de los medios técnicos que serían de desear para la asistencia adecuada a las situaciones de urgencia y de los que se carece más por falta de interés  y  planificación de la administración, que por su costo económico, se añade una falta absoluta de infraestructuras de apoyo de todo tipo.
Es cierto que en los últimos años se ha mejorado mucho al respecto, pero no es menos cierto, que la demanda de asistencia urgente ha crecido paralelamente de un modo exponencial y desproporcionado por los usuarios del sistema.
Se ha transmitido a la población, que su asistencia médica  está garantizada y cubierta las 24 horas al día y que puede y debe acudir a su Centro de Salud de referencia, cuando lo estime necesario y a sabiendas de que tales servicios tienen carácter absolutamente gratuito. Lo que antes se denominaba Centro de Urgencias, ahora se denomina eufemística y demagógicamente Punto de Atención Continuada (PAC), con lo que cada cual es muy dueño de decidir cuando acudir al mismo, independientemente de si el motivo de consulta es o no, causa de verdadera urgencia médica.
La consecuencia directa, es su utilización abusiva e inadecuada por gran parte de la población, muy especialmente por individuos jóvenes, casi adolescentes,  que acuden sin rubor a las cuatro de la mañana porque en la discoteca se le ha enrojecido levemente un ojo, le ha picado un solo insecto, ha tenido una deposición diarreica, o se le ha roto el preservativo. Se creen con derecho a todo, han sido educados en la exigencia al otro y desconocen lo que es la obligación de atenerse a las normas lógicas de utilización y respeto al personal de un centro dedicado a la asistencia de urgencias médicas.
Dichas situaciones, harto frecuentes, despiertan el malhumor previsible en el profesional, que debe compatibilizar la innecesaria asistencia a esos cuadros menores, entremezclada con la atención médica a situaciones de urgencia realmente vital. Es precisamente en esas condiciones de disconfort emocional del médico, al trabajar con tensión y a disgusto, cuando surge la desmotivación y aumenta la probabilidad de cometer errores en la actuación profesional.
Y en esas situaciones, desgraciadamente no son infrecuentes las peticiones de ayuda médica de urgencia ante intoxicaciones por alcohol y otras drogas, cada día más, los trastornos por angustia, el paciente agitado, los cuadros confusionales o la asistencia al paciente que realiza intentos autolíticos.
El médico de guardia de cualquier Centro de Salud, se encuentra realmente sólo en su quehacer, a veces incluso en compañía del resto de los sanitarios que comparten turno, que en el mejor de los casos son otro médico y un ATS.
No tiene ni tan siquiera garantizada su propia seguridad física, pero debe ser capaz de dar una respuesta adecuada y satisfactoria a cada caso que llega al consultorio, independientemente  de su importancia real y grado  de urgencia, a sabiendas de que asume una plena responsabilidad civil y penal potenciales tanto por sus actos como por sus omisiones, que en cualquier momento le pueden serle demandadas.
Se calcula que más del 60 % de los casos que demandan ayuda médica a los servicios de urgencia, no son, en puridad, urgencia alguna y podrían esperar a ser atendidos por su médico de cabecera al día siguiente, sin consecuencia alguna por esa espera para su bienestar físico, psíquico o social, es decir para su salud. Son demandas con fuerte componente de mentalidad infantil, que necesitan satisfacer su deseo del "aquí y ahora", al mismo tiempo que calmar su desproporcionada ansiedad ante situaciones menores y muchas veces con solución social, que no médica.
Del 40 % de los casos restantes, aquellos en los que se considera que la demanda de asistencia tiene una justificación lógica, en más de las tres cuartas partes de los casos el paciente o sus acompañantes presentan en el momento de la asistencia un fuerte componente ansioso asociado, independientemente de la motivación real de la consulta.
Del estudio de la demanda a los servicios de urgencia de los Centros de Salud, y más concretamente valorando el componente psíquico de esa demanda, podemos concluir que al menos una de cada cinco personas que  solicitan asistencia, presentan trastornos psiquiátricos o del comportamiento, de los que al menos la mitad, la patología psiquiátrica es la verdadera y única causa de su consulta.
Dicho de otro modo:
-         en una de cada dos consultas que se efectúan o bien el paciente o bien sus acompañantes presentan un fuerte componente ansioso.
-         en una de cada cinco consultas, el enfermo es una persona con patología psiquiátrica, independientemente del motivo de consulta.
-         en una de cada diez consultas, la causa misma de la demanda a los servicios de urgencia es un trastorno psiquiátrico o del comportamiento.
Por ello, tiene una extraordinaria importancia el que el médico general que realiza la asistencia médica de urgencia en los Centros de Salud, este preparado para saber responder a esas demandas, mediante el dominio de las técnicas de  autocontrol de la ansiedad, la entrevista clínica, el manejo de la relación médico paciente, así como que posea las habilidades necesarias, tanto técnicas como humanas, para prestar atención urgente a las demandas por enfermedad psiquiátrica aguda.   
Es el propio médico general el que siente, cada día más, la necesidad de una formación que le capacite para saber dar respuestas, con seguridad y eficacia a esas situaciones agudas, que muchas veces le desbordan.

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